MANDATO

MANDATO



Su corto mandato -que apenas duró cuatro meses- se distinguió por la pureza en el manejo de las rentas públicas y por la acertada elección de los empleados. Durante su gobierno se dictó la VI Carta Fundamental del Estado, se dio asilo a los jesuitas que habían sido expulsados de Nueva Granada (Colombia), se creó la provincia de Cotopaxi y se decretó la cantonización de Tulcán.
Posiblemente hubiera podido llegar a demostrar sus iniciativas de buen gobernante, pero el Gral. Urbina no le dio tiempo. En efecto, el 17 de julio de 1851, engañado por el astuto militar quien lo llamó con el pretexto de prevenirlo sobre posibles brotes revolucionarios, llegó a Guayaquil donde fue tomado prisionero por el Gral. Francisco de Robles, quien obedecía órdenes de Urbina que se había proclamado Jefe Supremo de la República. Inmediatamente fue embarcado en una nave que se encontraba anclada en el río Guayas y enviado fuera del país.
Luego de permanecer en El Callao, Perú, durante los primeros años del gobierno urbinista, en 1855 volvió a Guayaquil para dedicarse exclusivamente a sus actividades particulares.
Varios años vivió en Guayaquil dedicado a su trabajo honesto hasta que, presintiendo su cercano fin, dictó su testamento y en él dispuso que la cuarta parte de lo que le adeudaba del tesoro nacional por concepto del arrendamiento de sus minas de sal, sea invertida en la construcción de la carretera nacional de Quito y en alguna obra de beneficencia para Guayaquil.
Finalmente, rodeado del respeto y la admiración ciudadana, murió en su ciudad natal el 3 de noviembre de 1870.
 

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